El auto autónomo en llamas: ¿Resistencia a la tecnología o al poder corporativo?

 

"El Cybertruck se disuelve en fragmentos digitales sobre un asfalto agrietado. Su silueta desafiante ya no es materia: es código, es control. En su sombra resuena el clamor migrante—difuso pero tenaz—como un eco que atraviesa el humo de una ciudad rota. En Los Ángeles, el acero del futuro no borra las huellas de quienes cruzan sin papeles."

El auto autónomo en llamas: ¿Resistencia a la tecnología o al poder corporativo?

Por: Alberto kok

El reciente artículo de El País https://elpais.com/tecnologia/2025-06-10/arden-teslas-arden-waymos-porque-incendiar-coches-inteligentes-es-ya-el-simbolo-de-una-epoca.html que documenta ataques a autos autónomos (Tesla y Waymo) en barrios en proceso de gentrificación describe estos incendios como el símbolo de una época. Pero, ¿Qué motiva realmente a quienes incendian estos vehículos inteligentes? ¿Es un acto contra la tecnología, o algo más profundo?

La tecnología como objetivo visible, pero no el enemigo último

Los autos autónomos son la cara más visible de la llamada “smartificación” de la vida urbana: un símbolo de modernidad, conectividad y automatización. Su sola presencia resulta provocativa: representan la disrupción que amenaza empleos como los de taxistas y repartidores, transforma la vida en las ciudades y redefine nuestra relación con el espacio público. Atacarlos tiene un efecto inmediato y mediático: las llamas no solo destruyen un objeto, sino que incendian un símbolo.

Sin embargo, pocas resistencias históricas se han dirigido contra la tecnología en abstracto. La mayoría de las veces, el rechazo se dirige a aplicaciones concretas o, más importante aún, al modelo bajo el cual se despliega: ¿Quién la controla? ¿Quién decide cómo se implementa? ¿Quién se beneficia?

El capitalismo como telón de fondo

Detrás de los autos autónomos no están pequeñas startups ni cooperativas ciudadanas. Están Tesla, Google y Waymo, gigantes tecnológicos con poder casi monopólico. Para muchos, estos vehículos son la avanzada de una privatización creciente del espacio público, una “invasión” corporativa que promete beneficios económicos para unos pocos mientras socializa los costes: pérdida de empleos, reordenamiento urbano, riesgos de seguridad y, sobre todo, una recolección masiva de datos personales que alimenta sus modelos de negocio.

En barrios afectados por la gentrificación, estos autos aparecen como el emblema de un proceso de desplazamiento: una tecnología que no se despliega para servir a todos, sino para reforzar desigualdades y exclusiones.

Resistencia contra un sistema tecno capitalista

En el fondo, la quema de un auto autónomo no es un ataque a una máquina, sino a un modelo de desarrollo tecno capitalista que convierte la tecnología en instrumento de desigualdad y control. Es una forma de resistencia a:

  • La falta de democracia tecnológica: la imposición de tecnologías sin consulta ni participación ciudadana.
  • La narrativa del “progreso inevitable” que obliga a las comunidades a adaptarse a cambios radicales sin transiciones justas.
  • La vigilancia masiva y la pérdida de autonomía: estos autos son máquinas de recolección de datos que saben por dónde circulamos, dónde paramos, a qué hora llegamos.
  • La precarización laboral: la automatización desplaza empleos sin ofrecer alternativas dignas ni protección social.

Nuevas formas de resistencia

Quemar un auto autónomo es un acto que, aunque condenable por su violencia y vandalismo, tiene un simbolismo potente. Es un grito que dice: “No aceptamos este futuro impuesto”. Estas acciones son descentralizadas y difíciles de atribuir a organizaciones formales, lo que las hace aún más inquietantes para las grandes corporaciones.

A diferencia de las protestas tradicionales, aquí no se marchan sobre las instituciones: se ataca la infraestructura visible que materializa el poder corporativo. El coche autónomo, brillante y silencioso, se convierte así en el blanco de una rabia que no es solo anti tecnológica, sino anticapitalista.

En conclusión

Los incendios de autos autónomos son más que vandalismo: son la expresión de un rechazo visceral al modelo tecno capitalista que, bajo la promesa de progreso, impone desigualdad, vigilancia y deshumanización. En última instancia, estos autos arden como símbolo de una resistencia que exige democracia tecnológica, justicia social y un futuro donde la tecnología esté al servicio de las comunidades, no de las corporaciones.

 

Comentarios