Hollywood y el "sueño
americano": el espejismo que empuja a migrar
Por Alberto Kok
Durante décadas, la industria cultural estadounidense
—con Hollywood a la cabeza— ha proyectado al mundo una imagen seductora y
altamente estilizada de Estados Unidos como una tierra de oportunidades
infinitas. Esta narrativa, que presenta el “Sueño Americano” como una promesa
accesible para todos, actúa como un poderoso imán simbólico que influye en las
decisiones migratorias de millones. Sin embargo, la distancia entre esta imagen
y la realidad es tan grande como la pantalla de cine donde se proyecta.
Hollywood y la construcción del
"Sueño"
Películas taquilleras como El lobo de Wall Street
o Pretty Woman refuerzan la idea de que el éxito económico es alcanzable
con talento o suerte, mientras que series como Friends o Sex and the
City retratan a jóvenes bohemios que viven con holgura en ciudades de
altísimo costo como Nueva York. El mensaje es claro: si uno se esfuerza, puede
vivir rodeado de lujos, con casa propia, coche último modelo y una vida plena.
Este relato ha sido tan repetido que ha dejado de ser
una simple aspiración para convertirse en una mitología cultural. La pobreza
—cuando aparece— se presenta como un obstáculo momentáneo, una etapa dramática
que eventualmente se supera con voluntad (La búsqueda de la felicidad),
minimizando así las causas estructurales de la desigualdad.
Los escenarios también cuentan una historia selectiva:
las playas soleadas de California vistas en Baywatch no muestran los
incendios forestales ni las viviendas inasequibles. San Francisco, símbolo de
innovación, aparece como una metrópolis vibrante, pero rara vez se menciona que
allí el alquiler promedio roza los 3,500 dólares mensuales, mientras el salario
mínimo es de apenas $16.99/hora.
Ficción vs. Realidad
La diferencia entre la narrativa hollywoodense y las
condiciones reales de vida en EE.UU. es profunda. Mientras el cine insiste en
que "todos logran el éxito con esfuerzo", las estadísticas cuentan
otra historia: cerca del 50% de quienes nacen en pobreza en EE.UU. permanecerán
pobres el resto de sus vidas.
El supuesto país de la libertad está marcado por una
fuerte discriminación sistémica, especialmente hacia comunidades migrantes y
raciales. Alrededor del 40% de inmigrantes indocumentados viven en situación de
pobreza. Además, las ciudades retratadas como paraísos urbanos enfrentan
problemas endémicos de falta de vivienda: solo en Nueva York hay más de 60,000
personas sin hogar.
Incluso los conflictos sociales más complejos, como el
racismo o la violencia policial, se transforman en tramas con finales
redentores, como en Green Book o The Help, lo que minimiza la
persistencia de estas problemáticas en la vida cotidiana.
La permanencia de esta narrativa tiene razones claras.
Por un lado, el cine estadounidense es una herramienta poderosa de soft power:
con exportaciones anuales que rondan los $30 mil millones, vender la imagen de
un país deseable es también vender un producto.
Por otro lado, en contextos de vulnerabilidad, la
esperanza se convierte en un recurso psicológico. Muchos migrantes —o
aspirantes a serlo— necesitan creer que hay un lugar mejor, lo que los hace
especialmente receptivos al llamado optimista de la cultura popular. Además,
las redes sociales amplifican el fenómeno: los migrantes que logran cierto
éxito suelen compartir sus logros (el BMW del primo en Miami), no las horas
extras, los desalojos o los rechazos de visa.
Conclusión crítica: el espejismo que
impulsa
La imagen que proyecta Hollywood no es la causa única
de la migración, pero sí un combustible emocional de gran potencia. Actúa como
catalizador de sueños en búsqueda de una realidad mejor. Sin embargo, al chocar
con las barreras del mercado laboral, la vivienda y la desigualdad racial, esta
narrativa puede volverse fuente de desencanto. Según datos recientes, hasta un
30% de migrantes latinos considera seriamente regresar a su país de origen.
En última instancia, la decisión de migrar es compleja
y material, pero el poder simbólico del "Sueño Americano" sigue
siendo un motor psicológico formidable —aunque peligrosamente incompleto. Lo
que Hollywood vende como una historia de superación, muchos lo viven como un
guion con finales inciertos.
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